El Tratado contra la Pandemia ofrece una oportunidad única para transformar la financiación mundial de la pandemia. Potenciando el Servicio de Resiliencia y Sostenibilidad (RSF) del FMI, adoptando modelos de financiación innovadores y mejorando la coordinación, el mundo puede pasar de una financiación reactiva a una proactiva. Este enfoque tiene como objetivo un sistema sostenible, ampliable y dirigido por los países, que garantice la resiliencia frente a futuras pandemias.
Esta entrada de blog fue publicada por primera vez por el Centro para el Desarrollo Global el 24 de septiembre de 2025.
La comunidad sanitaria mundial se encuentra en un momento crucial. La aprobación del Tratado contra la Pandemia -junto con elrenovado impulso del G20 y del Grupo Independiente de Alto Nivel bajo la presidencia de Sudáfrica- señala una oportunidad histórica para remodelar la forma en que el mundo financia la prevención, preparación y respuesta ante las pandemias (PPR).
Datosrecientes de la OCDE y la Organización Mundial de la Salud(OMS) subrayan la urgencia de actuar. Aunque las inversiones mundiales y nacionales en la PPR son considerables, el panorama de la financiación sigue siendo desigual, con notables disparidades entre los grupos de ingresos.
Se calcula que en 2022 se gastaron 230.000 millones de dólares en actividades relacionadas con la PPR. La mayor parte -167.000 millones de dólares- se concentró en los países de renta alta, frente a 53.000 millones de dólares en los países de renta media-alta, 8.000 millones de dólares en los países de renta media-baja y sólo 2.000 millones de dólares en los países de renta baja. En términos per cápita, los países de renta media-baja y baja invirtieron 3$ anuales, cuarenta veces menos que los 120$ per cápita gastados en los países de renta alta.
Aunque la creación del Fondo para la Pandemia supuso un importante paso adelante, el ecosistema de financiación más amplio sigue estando fragmentado. El Servicio para la Resiliencia y la Sostenibilidad (RSF) del FMI, a pesar de su potencial para apoyar la inversión a largo plazo a tipos muy favorables, sigue infrautilizado para la PPR. Y lo que es más importante, todavía no existe un modelo escalable de financiación combinada que aúne las necesidades de emergencia a corto plazo con la resiliencia a largo plazo. Por tanto, es esencial crear mejores sinergias que contribuyan a modelos de financiación más sostenibles y eficientes.
Reforzar el ecosistema de financiación de la PPR
Para pasar de los esfuerzos fragmentados a una arquitectura de financiación coherente, ampliable y sostenible, se necesitan tres cambios estratégicos:
1. Promover un mayor uso del RSF para la PPR
El RSF es un instrumento poderoso, aunque infrautilizado, para la PPR. Para liberar todo su potencial, es esencial promover una mayor aceptación, actualizar los criterios de elegibilidad y extraer lecciones de la experiencia de los primeros en adoptarlo.
Sensibilizar a los ministerios de hacienda y sanidad sobre la relevancia de RSF para la PPR:
Elevar el perfil del RSF y profundizar en la comprensión de sus beneficios requiere un compromiso de alto nivel tanto por parte de los socios para el desarrollo como de los gobiernos. Introducido hace tres años para apoyar la transición climática y la PPR, el RSF ha atraído compromisos por un total de Derechos Especiales de Giro (DEG) de 35.800 millones (aproximadamente 46.000 millones de dólares, con 1 DEG ≈ 1,27 $) de los países contribuyentes. Su diseño ofrece una oportunidad única para alinear las inversiones del PPR con las reformas macroeconómicas, aprovechando los marcos programáticos y la vigilancia del FMI, e incorporando medidas de reforma desarrolladas en colaboración con el Banco Mundial y la OMS.
A pesar de este potencial, la utilización con fines de PPR ha sido limitada: de los 26 países que han accedido al RSF, sólo uno ha buscado financiación específicamente para la PPR. Este uso limitado puede reflejar la percepción de muchos gobiernos -tras el importante gasto del COVID-19- de que la próxima pandemia es un riesgo lejano. Como resultado, el conocimiento de la relevancia del FSR para la PPR ha seguido siendo escaso entre los ministerios de finanzas y sanidad.
Revisar los criterios de elegibilidad para que el RSF sea más accesible a los países con grandes necesidades de financiación del PPR:
Además de la promoción de alto nivel, las reformas de los criterios de elegibilidad del RSF y del diseño del programa podrían ayudar a impulsar la aceptación. En la actualidad, el acceso a un acuerdo RSF está limitado a los países que mantienen un programa del Tramo de Crédito Superior (UCT), con al menos 18 meses restantes. Los programas UCT exigen que el país prestatario se comprometa a una serie de reformas económicas, conocidas como “condicionalidad”. Estas condiciones están diseñadas para abordar las causas subyacentes de los problemas financieros del país. Además, el límite máximo de la financiación del RSF -fijado en el 150% de la cuota de un país en el FMI- desincentiva a los países más pequeños, para los que las cantidades absolutas disponibles son relativamente modestas. Una cuota del FMI es la contribución financiera que un país miembro hace al FMI.
Extraer lecciones del acuerdo RSF de Jordania como modelo para integrar la PPR en las estrategias nacionales de reforma:
El acuerdo RSF 2025 de Jordania, el primer acuerdo PPR aprobado, ofrece un modelo convincente. Este caso muestra cómo el RSF puede funcionar eficazmente para integrar la PPR en los esfuerzos nacionales de reforma más amplios. Incorpora cuatro medidas específicas: exigir un paquete de prestaciones sanitarias preparadas para emergencias, codificar la financiación de las emergencias sanitarias públicas, establecer un marco de gobernanza para la coordinación interinstitucional y crear sistemas para controlar e informar sobre el gasto en emergencias sanitarias. Estas reformas se alinearon estrechamente con la agenda política más amplia de Jordania, reforzando la apropiación nacional. Y lo que es más importante, la experiencia de Jordania demuestra el potencial del MCR para acelerar las reformas de la gestión de las finanzas públicas (GFP) relacionadas con el PPR, abordando la mecánica del gasto del PPR, un componente a menudo ignorado pero esencial.
2. Incorporar nuevos modelos de financiación
La pandemia de COVID-19 puso de manifiesto una vulnerabilidad crítica de la financiación sanitaria mundial: una dependencia abrumadora de las subvenciones extrapresupuestarias, sobre todo en los países de ingresos bajos y medios. Aunque dichas subvenciones desempeñaron un papel vital en la respuesta de emergencia, a menudo eluden los sistemas nacionales, limitando la sostenibilidad, la rendición de cuentas y la implicación de los países. Para construir una arquitectura de financiación de la PPR más resistente e integrada, es necesario un cambio estratégico que complemente la reposición continua del Fondo Pandémico con una adopción más amplia de modelos de financiación mixtos y presupuestarios.
Sistematizar la combinación de subvenciones y préstamos:
La financiación combinada ofrece una vía para ampliar las inversiones en RMP, al tiempo que se alinean los incentivos entre las partes interesadas. Combinando las subvenciones de las iniciativas sanitarias mundiales con los préstamos en condiciones favorables de los bancos multilaterales de desarrollo (BMD), los países pueden desbloquear mayores volúmenes de financiación manteniendo la asequibilidad. Este enfoque también fomenta la coinversión y la planificación a largo plazo, integrando la PPR en las estrategias nacionales de desarrollo y aumentando la probabilidad de que las inversiones sean propiedad del país y se mantengan mediante recursos nacionales.
Explora instrumentos innovadores:
Los nuevos instrumentos pueden diversificar y estabilizar aún más la financiación del PPR. Los canjes de deuda por desarrollo -destacados en la
Introduce la financiación transitoria:
Para salvar la brecha entre la respuesta de emergencia y la resiliencia a largo plazo, los países necesitan acceder a la “financiación de transición”, es decir,a inversiones específicasy sujetas a plazos que apoyen los procesos de transición de los países. Ámbitos como la cadena de suministro o el refuerzo de la gestión de las finanzas públicas son fundamentales para disponer de sistemas nacionales eficaces de RMP, pero a menudo se pasan por alto en los modelos tradicionales de financiación. La financiación de transición puede apoyar reformas específicas en estas áreas, mientras los países se encuentran en transición fuera de los acuerdos tradicionales de financiación de los donantes. Al integrar estos enfoques, la comunidad mundial puede ir más allá de los ciclos de financiación reactivos y avanzar hacia un ecosistema de financiación coherente y dirigido por los países, que sea ampliable, sostenible y alineado con objetivos de desarrollo más amplios.
3. Reforzar la coordinación y la responsabilidad
A pesar del creciente impulso político y del aumento de los flujos de financiación, el panorama de la financiación de la preparación ante una pandemia sigue estando fragmentado y aislado, lo que socava la eficacia y el impacto. Sin una coordinación más fuerte y unos mecanismos de rendición de cuentas más claros, los recursos corren el riesgo de duplicarse, desajustarse o infrautilizarse. Se necesita urgentemente una arquitectura de financiación más coherente e integrada, que reúna los mecanismos clave, alinee las prioridades y garantice un seguimiento transparente de los recursos y los resultados.
Potenciar las sinergias entre el Fondo Pandémico y el RSF:
El Fondo Pandémico y el RSF ofrecen cada uno puntos fuertes únicos, pero su potencial se maximiza si funcionan en tándem. Mediante la planificación conjunta, los parámetros compartidos y la alineación estratégica, ambos pueden reforzarse mutuamente; el Fondo Pandémico puede catalizar las inversiones urgentes, mientras que el RSF integra la PPR en la reforma macroeconómica a largo plazo. El despliegue coordinado también puede reducir los costes de transacción y mejorar la coherencia a nivel nacional.
Potenciar el Mecanismo Financiero Coordinador (MFC) del Tratado de Pandemia:
El Mecanismo Financiero de Coordinación debería servir de eje central para la financiación de la pandemia, facilitando el seguimiento de los recursos, el establecimiento de prioridades y el apoyo técnico entre donantes, organismos de ejecución y gobiernos nacionales. Al consolidar la información y ofrecer orientación estratégica, el MFC puede garantizar que los flujos de financiación respondan, sean equitativos y se ajusten a las necesidades nacionales. Los países y los socios deben actuar con rapidez para poner en marcha este mecanismo en estrecha colaboración con los BMD y el Fondo para la Pandemia.
Establecer un sistema de seguimiento global del gasto en PPR:
La transparencia es la piedra angular de la rendición de cuentas. Un sistema global de seguimiento del gasto en PPR -que abarque tanto los recursos nacionales como los externos- permitiría la evaluación comparativa, el análisis de las deficiencias y la supervisión del rendimiento en todos los países e instituciones. Un sistema así capacitaría a las partes interesadas para tomar decisiones más informadas, fomentaría la confianza y reforzaría la rendición de cuentas. Los BMD y el Fondo Pandémico podrían desempeñar un papel destacado financiando mecanismos mejorados de seguimiento de los flujos financieros como un auténtico bien público mundial.
Conclusión
La aprobación del Tratado contra la Pandemia y el renovado impulso mundial brindan una oportunidad única en una generación para remodelar la forma en que el mundo financia la prevención, la preparación y la respuesta ante las pandemias. Ampliando el uso del MCR, incorporando modelos de financiación innovadores y reforzando la coordinación y la rendición de cuentas, la comunidad mundial puede ir más allá de una financiación fragmentada y reactiva y avanzar hacia un sistema coherente que sea ampliable, sostenible y dirigido por los países. Aprovechar este momento es esencial para garantizar que las futuras pandemias se afronten con resiliencia y no con vulnerabilidad.
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