Papúa Nueva Guinea es un país de renta media-baja con una geografía compleja y una población predominantemente rural. Se encuentra en las primeras fases de una transición demográfica y epidemiológica debido a la elevada carga de morbilidad atribuible a las enfermedades transmisibles y a las afecciones maternoinfantiles.
La gobernanza del sistema sanitario de Papúa Nueva Guinea está descentralizada. Mientras que el Departamento Nacional de Salud (NDOH) gestiona los hospitales provinciales, los gobiernos provinciales y locales son responsables de los centros de salud de atención primaria y secundaria. Las provincias también prestan servicios sanitarios en el marco de un sistema, definido por la Ley de Autoridades Sanitarias Provinciales de 2007, y regido por el gobierno provincial.
La cobertura varía considerablemente según la región geográfica y el proveedor. Por ejemplo, en las zonas rurales, las iglesias desempeñan un papel importante, ya que gestionan más del 50% de la red del área de servicio rural. Además, también hay servicios sanitarios proporcionados por el empleador, un pequeño sector privado, algunas pequeñas ONG y un sector tradicional mucho más amplio.
Elevada dependencia de la ayuda externa; gastos de explotación bajos debido a la atención no prestada
El gobierno es el principal agente de financiación, a través de un sistema basado en los impuestos. La ayuda exterior representa una parte importante del gasto sanitario corriente (21%). Aunque los servicios son gratuitos, se cobran tasas a los usuarios debido a la escasez de fondos para el funcionamiento de las instalaciones sanitarias y al flujo inoportuno de fondos. Se calcula que los gastos de bolsillo (OOP) sólo representan el 10% del CHE. Sin embargo, los niveles de gastos de funcionamiento que van acompañados de tasas de utilización de servicios bajas o en descenso y de una mortalidad elevada reflejan una atención no prestada.
Los retos del sistema sanitario en Papúa Nueva Guinea son formidables, dado el nivel de desarrollo económico y de infraestructuras, y el desafío que supone llegar a la mayoría rural y remota en terrenos geográficos con accesibilidad limitada. El ajustado contexto fiscal y la perspectiva de una disminución de la ayuda de los socios para el desarrollo plantean retos financieros y exigirán mayores niveles de eficiencia en apoyo de la cobertura sanitaria universal con objetivos de equidad. La escasez de recursos humanos cualificados para la sanidad en las zonas rurales y remotas exige una importante prioridad política y de planificación.
"Vuelta a lo básico" para mejorar el acceso a la atención primaria
Estos retos respaldan la necesidad de “volver a lo básico”, lo que implicará invertir en la preparación de los sistemas sanitarios de todo el país para mejorar el acceso a la atención primaria, especialmente en las zonas rurales y remotas. Una sólida capacidad de gestión sanitaria necesarios a nivel provincial y de distrito para ejecutar estas intervenciones. Las reformas de la financiación de todo el gobierno son esenciales para garantizar una financiación adecuada y oportuna.