El artículo analiza los escasos avances en la reducción de la prevalencia de los trastornos mentales a pesar de las inversiones mundiales en sistemas de salud mental. El artículo sostiene que abordar las fuentes fundamentales de angustia compartida, como las estructuras y políticas económicas, es esencial para lograr avances significativos en la salud mental de la población. Destaca cómo las ideologías neoliberales, que dan prioridad a la optimización económica y al crecimiento continuo, repercuten negativamente en la salud mental al fomentar el individualismo, la inseguridad laboral, el estrés parental y la desconexión social.
Los autores abogan por un cambio hacia una economía del bienestar que alinee los intereses comerciales con el bienestar colectivo, instando a los investigadores y defensores de la salud mental a comprometerse con el discurso de la política económica. También piden la creación de observatorios nacionales de la riqueza mental que informen las políticas sanitarias, sociales y económicas coordinadas, promoviendo una economía del bienestar sostenible y mejores resultados en salud mental.