La crisis COVID-19 ofrece a Burkina Faso la oportunidad de poner en marcha un enfoque más coherente de la financiación sanitaria. Actualmente, todas las miradas están puestas en el sistema sanitario debido a la crisis del COVID-19, y en el centro de la respuesta a esta crisis se encuentra la mejor oportunidad de Burkina Faso para superar la fragmentación de la financiación sanitaria.
En los últimos años, el Ministerio de Sanidad de Burkina Faso ha desarrollado una serie de ambiciosas reformas de la financiación sanitaria. Sin embargo, su aplicación ha sido difícil y, con demasiada frecuencia, estas reformas compiten por la financiación y la atención en lugar de complementarse. La respuesta actual de Burkina Faso a COVID-19 ofrece la oportunidad de combinar lo mejor de cada una de estas reformas para construir algo más fuerte.
La ya limitada capacidad de Burkina Faso para aplicar estas reformas se ha visto comprometida por la inseguridad y las múltiples huelgas del personal sanitario. Las amenazas a la seguridad transnacional han aumentado en los últimos años, provocando trastornos generalizados, con más de medio millón de personas desplazadas internamente a finales de 2019. En respuesta a este desafío, el primer ministro Paul Kaba Thieba y su gobierno dimitieron en enero de 2019, lo que dio lugar a un cambio significativo en las prioridades del gobierno hacia la gestión de la situación de seguridad. Las múltiples huelgas del personal sanitario han agravado aún más los retos a los que se enfrenta este sector. Estas huelgas de los trabajadores de la sanidad pública interrumpieron la prestación de muchos servicios no curativos en los centros sanitarios públicos de mayo a noviembre de 2019.
En el ámbito de la financiación sanitaria, una serie de programas de reforma corren el riesgo de ser abandonados debido a prioridades contrapuestas. Un tema de gran interés es la forma en que el gobierno asigna los fondos recaudados a los proveedores que prestan servicios sanitarios a la población, lo que se conoce como “compra” en el circuito de financiación sanitaria. Las principales reformas de la contratación pública actualmente en curso en Burkina Faso son :
– La Gratuité – En 2016, el Ministerio de Sanidad suprimió las tasas a los usuarios de los servicios de salud materno-infantil gracias al famoso programa gratuité, que sustituye estas tasas por pagos gubernamentales. El programa funcionó bien hasta que los recortes presupuestarios de finales de 2018 provocaron déficits en los pagos, que siguen perturbando la gestión de los centros sanitarios y aumentando las deudas con la central de compras de medicamentos esenciales y genéricos.
– Financiación basada en el desempeño (PBF) – Desde mediados de 2018, con el apoyo del Banco Mundial, el Ministerio de Salud ha estado trabajando para desplegar una nueva versión de un sistema PBF. En la iteración final, el programa recompensará a los centros sanitarios que cumplan las normas de calidad. Sin embargo, es difícil medir la calidad de forma sistemática y objetiva, y los avances han sido lentos.
– Seguro nacional de enfermedad – En 2018 se creó oficialmente una agencia nacional de seguro de enfermedad, la Caisse Nationale d’Assurance Maladie Universelle (CNAMU). La CNAMU tiene el mandato de gestionar varios regímenes de compra, entre ellos el seguro de enfermedad gratuito, una plétora de pequeños seguros de enfermedad comunitarios o “mutuas” y el seguro de enfermedad en el sector formal. La CNAMU está reforzando sus capacidades e iniciando un programa de subvenciones para la adhesión mutua de las poblaciones destinatarias, pero queda por hacer la transferencia de la asistencia sanitaria gratuita.
El gobierno de Burkina Faso reconoció rápidamente la necesidad de planificar la respuesta del sector sanitario a COVID-19. Una parte esencial de la respuesta consistió en determinar qué fondos se necesitarían en los centros sanitarios de primera línea, los métodos de transferencia de fondos y la forma de permitir a los centros sanitarios utilizarlos y contabilizarlos. Era importante establecer un mecanismo racional para contrarrestar los intereses políticos que pudieran favorecer a determinadas circunscripciones locales.
Con las prisas por planificar COVID-19, el Ministerio de Sanidad se alejó de los intereses facciosos para identificar y combinar los puntos fuertes de los distintos sistemas de compra. Un proceso participativo permitió acordar criterios para evaluar las opciones de transferencia de fondos a los establecimientos. Las ventajas e inconvenientes de los distintos regímenes se han examinado objetivamente, dejando de lado los intereses mezquinos de los distintos departamentos. Existe consenso en que el sistema del Programa de Apoyo al Desarrollo Sanitario (HDSP) utilizado para transferir fondos del BPF es el más adecuado para transferir fondos adicionales para el COVID-19. El sistema PADS utiliza cuentas bancarias comerciales para transferir fondos rápida y directamente a los centros sanitarios, lo que es especialmente importante.
La combinación de este mecanismo de transferencia de efectivo con sistemas sólidos extraídos de otros mecanismos de contratación tiene el potencial de crear un enfoque racionalizado e integrado. Por ejemplo, los responsables políticos están estudiando la posibilidad de utilizar el sistema de información “e-gratuité” para apoyar el seguimiento y la conciliación de los fondos COVID-19. También pueden utilizarse subcontratos de organizaciones no gubernamentales establecidas para la validación de datos gratuitos y el control de calidad.
Motivar al personal sanitario de primera línea es una consideración clave, que deberá abordarse mediante los mejores mecanismos que se encuentren entre los sistemas existentes. La historia reciente de Burkina Faso y las lecciones de la epidemia de ébola en los países vecinos ponen de relieve la importancia del compromiso del personal sanitario. El personal sanitario, que ya se siente infravalorado, puede ser reacio a ponerse en peligro si la pandemia de COVID-19 estalla en Burkina Faso. Tenemos que dar a quienes dependen de nosotros las herramientas y recursos que necesitan para hacer su trabajo con seguridad, pero eso puede no ser suficiente. Puede ser necesaria una motivación adicional, especialmente económica. Se reconoce que la educación gratuita es una forma justa de decidir qué fondos van a cada establecimiento, en función de los resultados, mientras que la FBP ha introducido herramientas para asignar incentivos a los trabajadores de un establecimiento. Es posible combinar los mejores sistemas de los programas existentes, y las partes interesadas deberían aprovechar esta oportunidad.
La crisis del COVID-19 ha obligado a las partes interesadas del sector sanitario de Burkina Faso a salir de sus compartimentos estancos. Esto facilita el rápido desarrollo de sistemas integrados, en las compras y en otros ámbitos. Los sistemas integrados y las asociaciones creadas pueden situar a Burkina Faso en una buena posición para el desarrollo de los sistemas sanitarios después de COVID-19.
Autores: Matt Boxshall [1], Pierre-Marie Metangmo [2], Joel Kiendrébéogo [3]
[1] ThinkWell
[2] ThinkWell Burkina Faso
[3] Universidad Joseph Ki-Zerbo, Uagadugú (Burkina Faso)