La Caja del Seguro de Enfermedad de Estonia se enfrenta a una crisis cada vez mayor, ya que las reservas se agotarán en 2027. El jefe saliente, Rain Laane, advierte de que las medidas de eficiencia no pueden cerrar el déficit, e insta a una mayor inversión estatal. Un plan cuatrienal pretende reforzar la atención primaria, reformar la financiación y mejorar el uso de los datos sanitarios.
La crisis de financiación de la sanidad en Estonia está llegando a un punto crítico, y el jefe saliente de la Caja del Seguro de Enfermedad (Tervisekassa), Rain Laane, va a presentar un plan al consejo de supervisión para hacer frente a la escalada del déficit. Aunque la Caja ha sido criticada recientemente por su retiro estival y su nuevo espacio de oficinas, el problema mucho mayor es estructural: con una población que envejece, una mayor esperanza de vida, una mayor demanda de servicios y unos costes crecientes, el actual sistema de financiación ya no es sostenible. La sanidad en Estonia se financia casi en su totalidad con los ingresos de los impuestos sociales, pero el 13% actual procedente de los impuestos sobre el trabajo y una contribución adicional del 13% que cubre a los pensionistas que no trabajan ya no satisfacen la creciente necesidad. Se prevé que los fondos de reserva, que han cubierto déficits de cientos de millones de euros anuales, se agoten en 2027.
Laane ha subrayado que, aunque el aumento de la eficiencia puede ayudar -como reducir la duplicación de pruebas, reformar la financiación de los médicos de familia y reorganizar el uso de los datos sanitarios-, por sí solo no equilibrará el presupuesto. En su lugar, serán necesarias decisiones políticas para determinar si la sanidad debe recibir más inversión estatal, como ya ha ocurrido con la defensa, la educación y la seguridad interior. El Consejo de Supervisión puede dar orientaciones, pero será el gobierno, a través del Ministro de Asuntos Sociales, quien deberá decidir cómo proceder.
El plan de desarrollo cuatrienal presentado por Tervisekassa se centra en tres prioridades clave. La primera es reforzar la atención primaria, sobre todo para hacer frente a la escasez de médicos de familia, mediante la innovación tecnológica y la mejora de la organización. La segunda prioridad es reformar el modelo de financiación; actualmente, el 95% de la financiación de la asistencia sanitaria es de pago por servicio, un enfoque que, según Laane, no es sostenible y no ofrece los mejores resultados. Los modelos basados en los resultados, habituales en gran parte de Europa, mejorarían los resultados, pero requieren una decisión política y un cambio en el diseño del sistema. La tercera prioridad es reorganizar el uso de los datos sanitarios. Las bases de datos actuales no funcionan a la perfección, en parte debido a restricciones legales. Una mejor integración, combinada con la previsión impulsada por la IA, podría garantizar una toma de decisiones más previsora.
Tervisekassa también está debatiendo la reforma de la salud laboral, con el objetivo de vincularla más estrechamente a la medicina de familia e integrar el gasto de los empresarios en los resultados sanitarios generales. Otro reto es equilibrar los proveedores privados y estatales. Actualmente, el 93% de la atención especializada la presta la red de hospitales públicos, y el 7% se compra a proveedores privados. Aunque las clínicas privadas a veces seleccionan los servicios rentables, Laane considera que el equilibrio ideal se sitúa en torno al 7-10%, pero subraya que, en última instancia, se trata de una decisión política.
La tensión financiera del sistema es evidente. Este año, se permitió a la Caja del Seguro de Enfermedad utilizar unos beneficios no distribuidos de 167,6 millones de euros, aunque el déficit para 2025 seguirá superando los 100 millones de euros. Para 2027, estas reservas se habrán agotado, lo que exigirá soluciones estructurales en lugar de parches. Laane advierte contra las reformas precipitadas o drásticas, dada la complejidad del sistema, pero insiste en que hay que tomar decisiones pronto, antes de que el déficit de financiación se haga inmanejable.
Mientras se prepara para dimitir, Laane deja atrás un sistema frágil que necesita una acción cuidadosa pero decisiva. Su sucesor, que será elegido en los próximos meses, se enfrentará al enorme reto de dirigir el sistema de seguros sanitarios de Estonia a través de un aprieto financiero cada vez mayor, equilibrando al mismo tiempo las reformas de eficiencia con la necesidad de una mayor inversión estatal.