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Es hora de que África sustituya la trampa del consumo curativo por un modelo de producción sanitaria - P4H Network

Es hora de que África sustituya la trampa del consumo curativo por un modelo de producción sanitaria

Los sistemas sanitarios de África siguen atrapados en un modelo costoso, centrado en los hospitales y centrado en tratar las enfermedades en lugar de prevenirlas, lo cual es insostenible dados los limitados recursos y la creciente carga de enfermedades no transmisibles. Para lograr la cobertura sanitaria universal, el continente debe pasar a una atención preventiva impulsada por la comunidad que empodere a las personas, aborde los determinantes sociales de la salud e invierta en atención primaria y en trabajadores sanitarios comunitarios.

El fallo estructural de los sistemas sanitarios africanos
África se encuentra en un momento crucial de su trayectoria sanitaria, no sólo debido a los cambios geopolíticos y a la disminución del apoyo de los donantes, sino también a un fallo fundamental en el diseño de sus sistemas sanitarios. A pesar de los notables avances contra las enfermedades infecciosas, la infraestructura sanitaria del continente sigue siendo frágil, carece de fondos suficientes y está sobrecargada. El modelo imperante está centrado en el hospital y es reactivo, priorizando la costosa atención curativa sobre la prevención y la participación de la comunidad. Esta “trampa del consumo curativo” agota los limitados recursos, perpetúa la desigualdad y socava las aspiraciones del continente a la cobertura sanitaria universal (CSU).

La insostenibilidad del modelo actual
Con una población que supera los 1.400 millones de habitantes y que se espera que crezca significativamente, África se enfrenta a una paradoja: mientras que las necesidades sanitarias aumentan, el gasto per cápita en salud sigue siendo una fracción de lo que se observa en los países de ingresos altos. La mayoría de las naciones africanas gastan alrededor de 40 $ por persona al año, frente a los 4.000 $ de los países más ricos, y pocas cumplen el objetivo de destinar el 15% de los presupuestos nacionales a la salud. Las raíces del actual modelo basado en el consumo se remontan a la época colonial, cuando los sistemas sanitarios se diseñaron para satisfacer las necesidades de las élites extranjeras, un legado reforzado por los incentivos políticos que favorecen los proyectos de infraestructuras visibles frente a las reformas a largo plazo centradas en las personas. Como resultado, los hospitales y las clínicas dominan la prestación de asistencia sanitaria, desviando los recursos hacia costosas intervenciones terciarias y descuidando las medidas preventivas esenciales para reducir la creciente carga de enfermedades no transmisibles (ENT).

El círculo vicioso del consumo curativo
El sesgo hacia la atención curativa se sustenta en varios factores: una preferencia poscolonial por los sistemas dirigidos por especialistas y con grandes infraestructuras; un personal sanitario formado para tratar la enfermedad en lugar de prevenirla; e incentivos políticos que dan prioridad a los beneficios a corto plazo. Este enfoque conduce a diagnósticos tardíos, altos costes de tratamiento y pobreza generalizada debido a gastos catastróficos de bolsillo. Los determinantes sociales de la salud -como el saneamiento deficiente, el agua insalubre, la desnutrición y el aumento de alimentos procesados poco saludables- se ignoran en gran medida, lo que perpetúa un ciclo en el que la enfermedad y la pobreza se refuerzan mutuamente.Cambiar a la producción de salud
Para liberarse de este ciclo insostenible, África debe pasar a un modelo centrado en la producción de salud: sistemas activos, equitativos e impulsados por la comunidad que den prioridad a la prevención y capaciten a las personas. Las pruebas demuestran que la atención primaria de salud, especialmente cuando hace hincapié en la prevención, la participación de la comunidad y la colaboración multisectorial, conduce a mejores resultados sanitarios y a una mayor equidad. Sin embargo, sólo el 48% de los africanos tiene acceso a la atención primaria, lo que deja a más de 600 millones desatendidos. Los trabajadores sanitarios comunitarios (TSC) son vitales en este cambio, ya que son el primer punto de contacto para muchos y prestan servicios preventivos esenciales. Sin embargo, a menudo siguen estando mal pagados y poco integrados en los sistemas formales. Los gobiernos deben invertir en programas de TSC e institucionalizarlos como componentes básicos de las estrategias sanitarias nacionales.

Empoderar a las comunidades y abordar los determinantes sociales
Una verdadera transformación requiere empoderar a las comunidades como socios activos de la salud, no como receptores pasivos. Las políticas sanitarias deben diseñarse conjuntamente con las aportaciones de los jóvenes, las mujeres y los grupos marginados, y los mecanismos de rendición de cuentas deben garantizar que los gobiernos y los socios cumplen sus compromisos en materia de CSU. Abordar los determinantes sociales -pobreza, educación, agua, saneamiento y nutrición- es igualmente crítico. Políticas como gravar los productos poco saludables pueden reducir las ENT y financiar iniciativas sanitarias comunitarias, abordando las causas profundas de las enfermedades.

Construir sistemas sanitarios preparados para el futuro
Los sistemas sanitarios de África deben evolucionar más allá de su legado colonial. Esto exige un liderazgo audaz, una mayor inversión nacional en sanidad y un cambio en las prioridades de los donantes hacia el fortalecimiento de los sistemas a largo plazo. Aprovechar la tecnología y fomentar la confianza de la comunidad son esenciales para construir sistemas resistentes y equitativos. A medida que se acerca la fecha límite de la CSU para 2030, África se enfrenta a una elección: persistir en una atención reactiva y costosa o adoptar un modelo sostenible que produzca salud, dignidad y oportunidades para todos. Puede que la trampa curativa se haya heredado, pero un futuro de producción de salud está al alcance de la mano.

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