Argentina tiene profesionales de la salud de reconocida alta calidad, que operan dentro de un sistema de salud compleja. ¿Como se puede asegurar que los recursos designados y contribuciones de los afiliados sean utilizados de forma eficaz y equitativa?
En la región, Argentina es reconocida por la alta calidad de sus profesionales de la salud, con personas de países vecinos que buscan tratamiento en el país. El debate sobre el financiamiento, la gestión y la prestación de la salud en Argentina sigue vigente, con tres pilares principales que sostienen el sistema, según lo expuesto por Juan M. Ibarguren en MDZ Online.
Primero, el subsistema público, que se financia con impuestos a nivel nacional, provincial y municipal, y representa alrededor del 2,7% del PIB del país, equivalente a 16.575 millones de dólares anuales [nota bene: año y fuente de estos datos desconocido ya que no vienen del base de datos OMS]. Estos recursos son gestionados por los ministerios de salud nacionales y provinciales y se ejecutan a través de hospitales públicos y centros de atención primaria.
Segundo, el subsistema de la Seguridad Social en Argentina se financia contribuciones salariales y los aportes patronales. Este enfoque no es único a nivel global, pero las características específicas del sistema lo convierten en un elemento distintivo del panorama sanitario argentino.
El tercer pilar es el subsistema privado, que por la mayor parte se financia con el gasto de bolsillo de los pacientes. En 2022, el gasto de bolsillo como porcentaje del gasto actual en salud en Argentina fue de 26.4% . Este gasto de bolsillo es reconocido como potencial fuente de inequidades y gastos catastróficos.
La pregunta clave según el autor es: ¿cómo puede Argentina asegurar que estos recursos se utilicen de la manera más eficaz para proporcionar una atención sanitaria equitativa y de alta calidad para todos los ciudadanos?