El envejecimiento de la población japonesa está disparando los costes médicos, con subsidios para el cuidado de ancianos que alcanzan los 3,86 billones de yenes y primas que alcanzan la cifra récord del 9,34%. Casi la mitad de los fondos de los seguros sanitarios van a parar a los ancianos, lo que pone a prueba a las asociaciones de empresas y al Estado, impulsando reformas para que los ancianos ricos paguen más.
El sistema de seguros de enfermedad de Japón se enfrenta a una tensión cada vez mayor a medida que los gastos médicos aumentan bruscamente con el rápido envejecimiento de la población del país. Según la Asociación Japonesa del Seguro de Enfermedad, las subvenciones para la atención médica a los ancianos aumentaron un 5,7% interanual en 2024, hasta alcanzar la cifra récord de 3,86 billones de yenes. El aumento de los costes ha elevado el tipo medio de las primas del seguro de enfermedad al 9,31% el año pasado y se prevé que siga subiendo hasta el 9,34% en 2025, batiendo récords históricos. Esta creciente carga financiera recae en gran medida sobre la población en edad de trabajar, lo que hace temer que el aumento de las primas pueda contrarrestar los efectos de las recientes subidas salariales y debilitar el consumo de los hogares.
A diferencia del sistema de pagador único de Corea, Japón tiene una estructura de seguro médico de varios niveles, compuesta por asociaciones sanitarias de grandes empresas, sindicatos de pequeñas y medianas empresas, y regímenes locales gestionados por el gobierno para autónomos, jubilados y trabajadores a tiempo parcial. Unos 30 millones de empleados de grandes empresas y sus familias están cubiertos por 1.400 asociaciones de seguros de enfermedad, financiadas conjuntamente por los trabajadores y la patronal. Aunque estas asociaciones registraron un pequeño superávit colectivo de 14.500 millones de yenes el año pasado, casi la mitad de ellas siguen registrando déficit, y el 24% fija primas superiores al 10%, un nivel considerado insostenible. Una vez que las primas superan esta “línea de base de disolución”, el funcionamiento de un sindicato independiente de seguros de enfermedad pierde su ventaja, lo que lleva a disoluciones y transferencias de miembros a asociaciones públicas, que a su vez aumentan las cargas presupuestarias del gobierno. Sólo el año pasado se disolvieron o fusionaron diez asociaciones, una tendencia que, de continuar, podría pesar mucho sobre las finanzas del Estado.
Esta presión está vinculada a un gasto sanitario nacional más amplio, que ascendió a 48 billones de yenes el año pasado, un cuarto récord consecutivo. Por primera vez, los mayores de 75 años representaron más del 40% del gasto médico total de Japón, lo que refleja el envejecimiento de la generación del baby boom de la posguerra. El gasto de este grupo de “ancianos tardíos” ha aumentado drásticamente, de 12,7 billones de yenes en 2010 a 19,6 billones de yenes en 2024, con lo que su cuota de gastos médicos ha pasado del 34% al 41%. En respuesta, el gobierno planea introducir reformas que aumenten la participación en los gastos de las personas mayores con mayores ingresos, al tiempo que estudia formas de distribuir más ampliamente las cargas del seguro, incluso entre los titulares de bienes más ricos, independientemente de la edad. Los responsables políticos consideran que estas medidas son cruciales para preservar la sostenibilidad del sistema sin sobrecargar a las generaciones más jóvenes.