La admisión de la Unión Africana en el G20 le ofrece una plataforma para influir en la agenda de financiación sanitaria posterior a la Conferencia de Copenhague en beneficio de los retos de financiación de la región, según este artículo de Health Policy Watch.
África se enfrenta a un periodo difícil en materia de financiación sanitaria para hacer frente a las crecientes necesidades. En la mayoría de los países, el gasto sanitario sigue estando muy por debajo de lo necesario para alcanzar la cobertura sanitaria universal y, en varios países, el elevado servicio de la deuda ha superado el gasto nacional en sanidad y educación. Estos retos requieren una respuesta nacional, regional y mundial integrada. Sin embargo, la arquitectura mundial de desarrollo y financiación sanitaria ha excluido históricamente la voz de África de las decisiones importantes.
Los países del G20 han empezado a dar forma colectivamente a la agenda de financiación sanitaria posterior a COVID. El grupo ha creado un Grupo de Trabajo Conjunto de Salud y Finanzas, y ha puesto en marcha el Grupo Independiente de Alto Nivel del G20 sobre la mejor manera de financiar la preparación ante una pandemia en el futuro.
La admisión de la Unión Africana (UA) en el G20 ofrece, por tanto, la oportunidad de que África sea reconocida como un verdadero socio estratégico en el desarrollo; de que el continente haga aportaciones críticas a las decisiones sobre su desarrollo, incluidas las reformas de la financiación sanitaria; y tiene el potencial de revigorizar la determinación de África de reformar las cuestiones internas que frenan el potencial de financiación nacional sostenible de la sanidad.
La pertenencia al G20 representa una oportunidad para que África afronte con valentía dos problemas mundiales clave que le impiden alcanzar sus objetivos de financiación sanitaria.
En primer lugar, unos 23 países africanos se encuentran en situación de endeudamiento o corren un alto riesgo de padecerlo. El servicio de la deuda ha superado claramente al gasto en sanidad y educación, con consecuencias en otros sectores de la economía. Con muchos de los acreedores de África en el G20, África tiene la oportunidad de abogar por un alivio de la deuda que le ayude a reconstruir sus sistemas sanitarios. El G20 ya lo ha hecho antes: en el punto álgido de la pandemia de COVID-19, suspendió 12.900 millones de dólares en pagos del servicio de la deuda.
En segundo lugar, la UA podría presionar al G20 para que revise los acuerdos previos sobre la eficacia de la ayuda, con el fin de garantizar que la ayuda exterior se supervisa adecuadamente y se ajusta a las prioridades nacionales y regionales.
Además, ha llegado el momento de que los países africanos refuercen sus sistemas de gestión de las finanzas públicas e introduzcan el uso de mecanismos de fijación de prioridades basados en pruebas para mejorar la eficiencia en la toma de decisiones del sistema sanitario y garantizar que los recursos se canalizan hacia las intervenciones sanitarias más eficaces y rentables.