Una creciente crisis mundial de financiación sanitaria amenaza el progreso hacia la Cobertura Sanitaria Universal (CSU), advierte el Grupo Político del Movimiento CSU. En la actualidad, 2.000 millones de personas se enfrentan a dificultades económicas debido a los gastos sanitarios de su bolsillo, y muchos países de renta baja y media (PRMB) siguen dependiendo de estos pagos como fuente principal de financiación. La recuperación económica tras la COVID-19 ha sido lenta, y el gasto sanitario en 2022 cayó por debajo de los niveles anteriores a la pandemia en casi la mitad de los 78 PIBM estudiados por el Banco Mundial. El creciente déficit de financiación sanitaria corre el riesgo de agravar las desigualdades, empujar a más personas a la pobreza y estancar el avance hacia la cobertura sanitaria universal. Sin embargo, algunos países están demostrando que es posible aumentar la inversión en sanidad.
El Grupo pide que se tomen medidas urgentes en 2025, haciendo hincapié en la necesidad de que los gobiernos den prioridad a la salud en los presupuestos nacionales y establezcan planes de seguro médico financiados con fondos públicos. Los socios internacionales para el desarrollo deben alinearse con las prioridades sanitarias nacionales para reforzar los sistemas sanitarios. La próxima reunión de alto nivel de la ONU sobre enfermedades no transmisibles y la Cuarta Conferencia Internacional sobre la Financiación para el Desarrollo, que se celebrará en 2025, ofrecen oportunidades decisivas para abordar los retos de la financiación sanitaria.
Invertir en la CSU ofrece beneficios sustanciales, como la mejora de los resultados sanitarios y las ganancias económicas. Las estimaciones sugieren que extender la CSU a 1.000 millones de personas más podría evitar 24,4 millones de muertes en cinco años. Con voluntad política, una acción decisiva y una financiación sostenible, el acceso equitativo a la atención sanitaria puede convertirse en una realidad para todos.