Los neozelandeses que se enfrentan a largas estancias hospitalarias corren el riesgo de sufrir tensiones económicas debido a una política que recorta las prestaciones a las 13 semanas. Los defensores piden reformas para apoyar las necesidades de los pacientes. El aumento de los costes de la asistencia sanitaria agrava la carga, lo que da lugar a una petición pública de cambios que garanticen que las ayudas sociales se ajustan a la asequibilidad de la asistencia sanitaria.
Los neozelandeses que se enfrentan a estancias hospitalarias prolongadas pueden sufrir importantes tensiones económicas debido a las políticas gubernamentales vigentes y a la escalada de los costes sanitarios. Un problema crítico surge de una política aplicada por el Ministerio de Desarrollo Social, que reduce automáticamente la ayuda a los ingresos a 56,58 $ semanales para las personas hospitalizadas más de 13 semanas.
Los grupos de defensa afirman que este límite no ayuda adecuadamente a quienes no pueden hacer frente a gastos esenciales como el alquiler, el seguro y los gastos médicos. La situación llamó la atención con el caso de Rhiannon Purves, residente en Wellington que pasó varios meses en el hospital debido a encefalomielitis miálgica/síndrome de fatiga crónica (EM/SFC). Le recortaron la ayuda a los ingresos en más de un 85%, dejándola con apenas fondos para cubrir necesidades como suplementos y artículos de cuidado personal. Esto pone de relieve la cuestión más general de cómo las políticas actuales no abordan las responsabilidades económicas a las que se enfrentan los pacientes durante una enfermedad prolongada.
Los defensores de la salud están presionando para que se introduzcan tres cambios cruciales: poner fin a la reducción automática de las prestaciones después de 13 semanas, pasar a evaluaciones individualizadas de las necesidades de apoyo y garantizar la continuidad de los ingresos para quienes siguen un tratamiento de larga duración.
Fiona Charlton, presidenta de la Sociedad Neozelandesa Asociada de Encefalomielitis Miálgica (ANZMES), subrayó la necesidad de un sistema de asistencia social que proteja a los pacientes vulnerables en lugar de castigarlos en los momentos críticos. Para agravar estas preocupaciones, un informe reciente de Aon plc indica que se prevé que la tasa de inflación médica de Nueva Zelanda alcance el 14,5%, frente al 7,4% del año anterior, debido en gran parte a los retrasos en los procedimientos por la pandemia de COVID-19 y al aumento del volumen de reclamaciones. Esta tendencia presiona a los sistemas sanitarios públicos y privados, provocando un aumento de los costes para empresas y particulares.
Ante estos retos, se ha lanzado una petición pública titulada “Equidad para los hospitalizados: Stop Benefit Cuts After 13 Weeks”, en la que se insta a los responsables políticos a reevaluar la intersección entre las ayudas sociales y la asequibilidad de la asistencia sanitaria, y a abogar por reformas esenciales para los necesitados.