El aumento de los impuestos sobre el tabaco, el alcohol y las bebidas azucaradas podría recaudar 2,1 billones de dólares para los países de renta baja y media, al tiempo que mejoraría la salud pública y se reduciría la dependencia de la ayuda exterior, afirma el FMI.
Un nuevo artículo de Finanzas y Desarrollo , de Masood Ahmed y Minouche Shafik, defiende firmemente el aumento de los impuestos sanitarios sobre el tabaco, el alcohol y las bebidas azucaradas. Estos impuestos, argumentan los autores, no sólo ayudan a reducir las tasas de enfermedades no transmisibles como el cáncer, la diabetes y los accidentes cerebrovasculares, sino que también pueden generar ingresos sustanciales -unos 2,1 billones de dólares en cinco años para los países de ingresos bajos y medios-. Esto podría representar el 40% de su gasto en salud pública y aliviar significativamente la presión fiscal en medio de la ralentización del crecimiento mundial y la reducción de la ayuda.
Los datos de países como Filipinas y Lituania demuestran cómo las subidas selectivas de impuestos pueden ampliar el espacio fiscal y financiar los servicios sanitarios universales. Es importante destacar que el artículo señala que los impuestos sanitarios son progresivos: los grupos con menores ingresos reducen más el consumo en respuesta al aumento de los precios, lo que se traduce en mejores resultados sanitarios y menores costes sanitarios personales.
A pesar de sus beneficios, los impuestos sanitarios siguen infrautilizados y a menudo se sitúan por debajo de los niveles recomendados por la OMS. Los autores instan a los gobiernos a comprometerse a aumentar regularmente estos impuestos por encima de la inflación, enmarcándolos como una herramienta poderosa y equitativa para el desarrollo sostenible y la salud pública.