La búsqueda de la cobertura sanitaria universal (CSU) en la región de Asia y el Pacífico ha pasado por alto a menudo el aspecto crucial de la seguridad de los pacientes, lo que ha dado lugar a problemas importantes como las elevadas tasas de infecciones hospitalarias y errores de medicación. Esta negligencia no sólo provoca daños directos y cargas financieras a los sistemas sanitarios, sino que también fomenta la desconfianza en los proveedores de asistencia sanitaria, minando el apoyo a las iniciativas de salud colectiva.
La búsqueda de la cobertura sanitaria universal (CSU) en la región de Asia y el Pacífico se reconoce cada vez más como un objetivo esencial, cuyo fin es proporcionar a todas las personas acceso a servicios sanitarios de calidad sin dificultades económicas. Sin embargo, en la búsqueda de la cobertura sanitaria universal, a menudo se ha pasado por alto el aspecto crítico de la seguridad del paciente.
Los estudios indican que los esfuerzos por mejorar el acceso y las estructuras financieras se centran principalmente en la disponibilidad de los servicios, descuidando la calidad y la seguridad de la asistencia sanitaria, sobre todo en los países de ingresos bajos y medios. Las investigaciones muestran que se da muy poca importancia a la cultura de seguridad del paciente, que incluye entornos de trabajo favorables y percepciones generales de seguridad.
A pesar de las políticas nacionales destinadas a mejorar la seguridad de los pacientes, muchos países en desarrollo siguen luchando contra los problemas de seguridad. Hay problemas importantes, como las altas tasas de infecciones hospitalarias, destacadas en una revisión sistemática de 2022 que muestra la prevalencia de dichas infecciones en el sudeste asiático. Además, siguen siendo frecuentes los errores de medicación, que abarcan problemas de administración, prescripción, preparación, dispensación y transcripción. A escala mundial, se calcula que 10%-15% de los diagnósticos son inexactos o se realizan con retraso, lo que conduce a tratamientos inadecuados. Las implicaciones de descuidar la seguridad del paciente son graves, y provocan daños directos a los pacientes, desde complicaciones y disminución de la calidad de vida hasta discapacidades permanentes y muerte.
Según el Informe Mundial sobre la Seguridad del Paciente 2024 de la Organización Mundial de la Salud, los daños evitables contribuyen a más de 3 millones de muertes al año, y alrededor de la mitad de estos incidentes se consideran prevenibles. Esta negligencia erosiona la eficacia de la cobertura sanitaria universal, provocando tanto sufrimiento humano como cargas financieras para los sistemas sanitarios. Las repercusiones financieras afectan a los pacientes, a los profesionales sanitarios y a los sistemas de salud.
Los pacientes soportan costes directos derivados de estancias hospitalarias prolongadas y reingresos, así como costes indirectos derivados de la pérdida de medios de subsistencia. Para los sistemas nacionales de salud, el peaje financiero puede ser elevado; en los países de la OCDE, por cada 100 $ gastados en sanidad, aproximadamente 12,60 $ están relacionados con la atención insegura a los pacientes. Además, el personal sanitario experimenta impactos emocionales, denominados “fenómeno de la segunda víctima”, que provocan estrés, agotamiento y sentimientos de culpa y vergüenza tras verse implicado en acontecimientos adversos para los pacientes. Esto, a su vez, puede perpetuar un ciclo de nuevos errores y atención subóptima.
Descuidar la seguridad del paciente también fomenta la desconfianza en los proveedores de asistencia sanitaria, exacerbando la creencia de que las personas deben valerse por sí mismas en lo que respecta a sus necesidades sanitarias. Estas consecuencias sociales socavan el apoyo político y social necesario para las iniciativas sanitarias colectivas, incluida la CSU. El quid de la mejora de la seguridad del paciente reside en cultivar una cultura propicia que dé prioridad a la seguridad en el marco de la CSU.
Para hacer frente a estos retos, los gobiernos deben integrar la seguridad del paciente como parte integrante de la CSU. Aprender de las experiencias mundiales y regionales es vital para mejorar la calidad de la seguridad. Algunas estrategias clave son:
- 1. Mejorar los sistemas de vigilancia y regulación: Reforzar los sistemas de información sanitaria y establecer bases de datos nacionales sobre acontecimientos adversos puede facilitar una vigilancia eficaz a todos los niveles, mejorando las decisiones clínicas e informando las reformas políticas.
- 2. Investigación de apoyo: Comprender las barreras socioculturales, jurídicas, políticas y económicas a la seguridad del paciente puede arrojar luz sobre los problemas subyacentes. Por ejemplo, los enfoques punitivos pueden fomentar una cultura de culpabilización que disuada de notificar los acontecimientos adversos.
- 3. Invertir: Son necesarias inversiones adicionales para desarrollar la formación y los recursos centrados en la seguridad del paciente, lo que en última instancia conducirá a entornos sanitarios más seguros. Abordar la seguridad del paciente es esencial para aprovechar todo el potencial de la cobertura sanitaria universal y mejorar los resultados sanitarios en la región de Asia y el Pacífico.