Ante la disminución de la ayuda exterior, los países africanos deben dar prioridad a la prevención de enfermedades, la producción de vacunas y la mejora de la atención sanitaria comunitaria para gestionar el aumento de los costes sanitarios y la carga de enfermedades mortales.
A medida que disminuye la ayuda exterior a África, los países de todo el continente se ven obligados a replantearse cómo financian y prestan la asistencia sanitaria. En un artículo para The Conversation, la profesora Francisca Mutapi, de la Universidad de Edimburgo, esboza tres estrategias rentables para ayudar a las naciones africanas a pasar de la respuesta a la crisis a una asistencia sanitaria sostenible y preventiva.
El continente sigue luchando contra altas tasas de enfermedades infecciosas junto con una creciente carga de enfermedades no transmisibles como la diabetes y el cáncer. Sin embargo, la debilidad de los sistemas sanitarios y la limitada financiación nacional amenazan el acceso al tratamiento. La profesora Mutapi sostiene que el camino a seguir es la prevención, no la curación. Recomienda invertir en agua, saneamiento e higiene (WASH) para frenar las infecciones comunes; impulsar la producción local de vacunas para enfermedades como el VPH y las enfermedades tropicales desatendidas; y ampliar los servicios sanitarios comunitarios para incluir la prevención de las enfermedades no transmisibles.
Sólo mejorando la infraestructura de agua, saneamiento e higiene se podrían haber evitado más de 500.000 muertes en África en 2020. Mientras tanto, ampliar el acceso a las vacunas puede reducir las cargas tanto sanitarias como económicas. Integrando la prevención en la prestación local de asistencia sanitaria, las naciones africanas pueden reducir costes y lograr resiliencia a largo plazo. Como concluye el profesor Mutapi, la prevención no sólo es mejor para la salud, sino que es esencial para la supervivencia económica frente a los recortes de financiación.