Un estudio del Instituto Fraser revela que las familias canadienses pagan hasta 19.060 $ anuales por la asistencia sanitaria pública, y que los costes aumentan más rápidamente que los ingresos. A pesar del elevado gasto, Canadá ocupa un mal lugar en cuanto a acceso y resultados. Reformas como unas tarifas modestas para los usuarios y el papel del sector privado podrían mejorar el valor sin perder el acceso universal.
Un nuevo estudio del Instituto Fraser revela que las familias canadienses están pagando por la asistencia sanitaria pública mucho más de lo que comúnmente se percibe, y que los costes han aumentado mucho más deprisa que los ingresos o los gastos básicos de subsistencia en las tres últimas décadas. El informe, titulado“El precio del seguro público de asistencia sanitaria, 2025“, calcula que las familias canadienses pagan anualmente entre 5.213 y 19.060 dólares por el seguro público de asistencia sanitaria a través de sus impuestos, dependiendo del tamaño de la familia. Esta carga financiera se oculta en gran medida porque la asistencia sanitaria se presta sin cargo directo en el punto de uso, lo que crea un malentendido generalizado sobre el verdadero coste del sistema.
Los costes de la asistencia sanitaria han superado espectacularmente el crecimiento de los ingresos en Canadá. Entre 1997 y 2025, el coste ajustado a la inflación del seguro público de asistencia sanitaria creció 1,6 veces más deprisa que la renta media y 2,2 veces más deprisa que el coste de los alimentos. Para una familia media de cuatro miembros, el informe estima unos costes anuales superiores a 19.000 dólares. Este gasto creciente está consumiendo una parte cada vez mayor de los presupuestos familiares, aunque el público a menudo lo ignora debido a la financiación del sistema basada en los impuestos.
A pesar de que Canadá es uno de los sistemas sanitarios universales más caros del mundo, obtiene malos resultados en las comparaciones internacionales. Canadá ocupa el cuarto lugar en gasto sanitario entre los países desarrollados, pero se sitúa cerca de los últimos puestos en varias áreas críticas: 28º en médicos per cápita, último en tiempos de espera, y bajo en disponibilidad de camas asistenciales y equipos médicos avanzados como los escáneres TC. Estas ineficiencias plantean dudas sobre si los canadienses están recibiendo un valor adecuado por su elevada inversión en sanidad pública.
El estudio sugiere que las reformas políticas podrían aumentar el valor sin sacrificar el acceso universal. Países como Suiza, Alemania y Australia ofrecen modelos en los que la asistencia sanitaria universal se presta con mejores resultados a costes similares o inferiores. Estos sistemas suelen incorporar modestas tarifas para los usuarios, fomentan la participación del sector privado y emplean mecanismos de financiación hospitalaria más eficientes.
Las actuales políticas canadienses contribuyen a la ineficacia y al exceso de demanda. El coste cero en el punto de acceso fomenta el uso excesivo de los servicios, un fenómeno conocido como riesgo moral. Esmail, coautor del informe, explica que las pequeñas tasas de usuario, habituales a escala internacional, fomentan un uso más informado de los servicios sanitarios, al tiempo que protegen a las poblaciones vulnerables. Los modelos restrictivos de financiación de los hospitales y los obstáculos a la innovación del sector privado empeoran aún más el funcionamiento del sistema.
Esmail concluye que el sistema sanitario canadiense está en crisis, lastrado por los elevados costes y los malos resultados. Destaca que, trágicamente, algunas muertes podrían evitarse con mejores opciones políticas. A pesar de ello, parece haber resistencia a adoptar reformas que han tenido éxito en otros lugares, dejando a los canadienses con un sistema costoso que lucha por prestar una atención oportuna y eficaz .