La Ley del Seguro Nacional de Salud (SNS) de Sudáfrica pretende crear un sistema sanitario unificado, justo y asequible que proporcione a todos los ciudadanos, independientemente de sus ingresos o ubicación, un acceso igualitario a una asistencia de calidad. Esta reforma transformadora aborda las desigualdades actuales encarnando el compromiso constitucional con la salud como derecho universal.
La cobertura sanitaria universal (CSU) constituye una profunda afirmación de nuestra humanidad compartida y de los valores constitucionales consagrados en la Declaración de Derechos de Sudáfrica. La salud es un derecho universalmente reconocido, y el estatus socioeconómico de una persona nunca debe determinar su acceso a la asistencia ni su bienestar. Este principio constituye la base de los cambios radicales que se están produciendo actualmente en el sistema sanitario sudafricano, especialmente con la aprobación presidencial de la Ley del Seguro Nacional de Salud (NHI) en mayo de 2024. Esta ley supone un paso fundamental para que la asistencia sanitaria sea más justa, asequible y accesible para todos, con independencia de su situación geográfica, económica o laboral.
En la actualidad, la sanidad sudafricana está dividida en dos sistemas muy contrastados: un sector público que atiende a la mayoría pero que está crónicamente infrafinanciado y sobrecargado, y un sector privado que, aunque mejor dotado de recursos, es prohibitivamente caro y accesible sólo a una minoría. El predominio del sector privado se ve reforzado por la migración de profesionales sanitarios del sistema público, atraídos por unos ingresos más elevados. Incluso los que tienen cobertura del régimen médico luchan con primas crecientes, prestaciones limitadas y pagos de su bolsillo, y a menudo tienen que tomar decisiones difíciles sobre quién de su familia puede estar cubierto.
Las propuestas de los defensores del sector privado, como las opciones de prestaciones de bajo coste, son criticadas por inadecuadas. Estas soluciones perpetúan un sistema de dos niveles, ofreciendo prestaciones reducidas a las personas con menores ingresos, precisamente el grupo con mayores necesidades de asistencia sanitaria. Además, estos regímenes están impulsados por el deseo de ampliar la población de los regímenes médicos, principalmente para aumentar los beneficios, y a menudo exigen créditos fiscales médicos que tensan aún más las finanzas públicas.
El NHI pretende unificar el sistema, proporcionando asistencia sanitaria basada en la necesidad y no en la capacidad de pago. Con este modelo, los sudafricanos ya no tendrían que pagar de su bolsillo en el punto de atención, un cambio transformador para muchos que actualmente retrasan o renuncian al tratamiento debido al coste. Sin embargo, el artículo subraya que, aunque la asistencia sea gratuita en el punto de uso, no lo es proporcionarla. Una gestión eficaz, una gobernanza sólida y la supervisión son esenciales para evitar el despilfarro y la corrupción, garantizando que los recursos se utilicen eficazmente en beneficio de todos.
La asequibilidad también exige reformar los sistemas de pago a los proveedores. El Estado debe implantar una normativa justa y transparente para las tarifas sanitarias, que garantice que los pagos reflejen el coste real de una asistencia de calidad, sin permitir que los proveedores fijen precios arbitrarios. Los pacientes y el Fondo del SNI deben tener claridad sobre los costes, y debe garantizarse la protección del riesgo financiero para que nadie se vea empobrecido por la necesidad de asistencia sanitaria.
La equidad en la asistencia sanitaria es otro tema central. Actualmente, el acceso a una asistencia de calidad está muy influido por los ingresos y la ubicación, ya que las zonas urbanas disfrutan de mejores instalaciones y más profesionales sanitarios, mientras que las regiones rurales están desatendidas. El NHI pretende corregir estas disparidades, con el objetivo de proporcionar a todos los sudafricanos el mismo acceso al mismo nivel de asistencia. Los críticos sostienen que las reformas del gobierno están condenadas al fracaso, pero el artículo rebate que ese derrotismo sólo sirve a quienes se benefician del actual sistema desigual. Alcanzar esta visión requerirá tiempo, recursos y un compromiso sostenido para mejorar los servicios en las zonas desatendidas.
Un reto importante es la escasez y la distribución desigual del personal sanitario. La mayoría de los médicos y especialistas se concentran en hospitales urbanos privados, y algunos médicos del sector público complementan sus ingresos de forma privada. El artículo pide que se revisen estas prácticas e insta a crear incentivos -salarios justos, buenas condiciones de trabajo y oportunidades profesionales- para animar a los profesionales sanitarios a prestar sus servicios en comunidades rurales y desatendidas. El Fondo NHI también debe desarrollar mecanismos innovadores de acreditación y contratación para dirigir a los proveedores a las zonas más necesitadas.
En última instancia, el artículo reclama un nuevo compromiso colectivo con los valores de humanidad, cuidado mutuo y Ubuntu. La transformación del sistema sanitario no es un mero cambio político, sino un cambio profundo que afecta a la vida de todos los sudafricanos, con el objetivo de garantizar que nadie tenga que elegir entre la asistencia sanitaria y otras necesidades básicas. Para que esta visión se haga realidad, exige el esfuerzo concertado del gobierno, los trabajadores sanitarios, la sociedad civil y las comunidades, respaldado por la transparencia, la responsabilidad y la acción. El NHI representa la esperanza y un compromiso renovado con la salud y el bienestar de todos los sudafricanos, reescribiendo el futuro sanitario de la nación.