Perú enfrenta el desafío de la transición financiera de su sistema de salud, la cual consiste en remplazar un esquema altamente dependiente del gasto de bolsillo a un sistema mancomunado donde los usuarios del sistema de salud usan sistemas de pre-pago y/o seguros de salud para compartir el riesgo financiero de la atención de salud. En el Perú, al contrario de otros países de la región, no ha disminuido la prevalencia de los gastos de bolsillo, que seguían financiando un 37 % del gasto total en salud en 2012. Más aún, la mayoría de la población no pobre continua sin acceso a los beneficios de la seguridad social ya que no trabaja en el mercado laboral formal.