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El sistema sanitario alemán, arraigado en el modelo bismarckiano, se financia principalmente mediante cotizaciones sociales repartidas entre trabajadores y empresarios, y las cajas de enfermedad gestionan el seguro obligatorio de enfermedad y cuidados de larga duración para unos 74 millones de residentes. El sistema presenta una amplia red de proveedores públicos, privados y sin ánimo de lucro, con las cajas de enfermedad como pagadores dominantes, y un gasto relativamente bajo en hospitales a pesar de la elevada densidad de camas hospitalarias. La financiación pública cubre menos del 20% de los costes sanitarios, y se están llevando a cabo reformas encaminadas a una asignación de recursos más eficiente en un contexto de cambio de las necesidades sanitarias y los patrones de enfermedad.