Un nuevo artículo publicado en Nature pone de relieve las marcadas disparidades en la atención mundial y los recursos asignados a los desplazados internos en comparación con los refugiados transfronterizos, a pesar de los graves problemas de salud a los que se enfrentan. El artículo de David Cantor, Bayard Roberts y Jina Swartz arroja luz sobre la urgente necesidad de que las partes interesadas internacionales y nacionales aborden esta crisis desatendida.
A finales de 2023, se calcula que 68 millones de personas estaban desplazadas dentro de sus propios países debido a los conflictos armados y la violencia, superando a los 43 millones de refugiados que habían huido a través de las fronteras. A pesar de ello, la ayuda sanitaria internacional para los desplazados internos sigue siendo desproporcionadamente baja. Entre 2010 y 2019, la ayuda sanitaria per cápita para los desplazados internos disminuyó de 5,34 USD a 3,72 USD, frente al aumento de la ayuda para los refugiados, que alcanzó los 23,31 USD per cápita en 2019.
Los retos sanitarios de los desplazados internos son polifacéticos y graves. Los estudios han demostrado que las tasas de mortalidad entre los desplazados internos a menudo superan a las de las poblaciones no desplazadas y los refugiados, debido a enfermedades como la malaria, la desnutrición y las enfermedades diarreicas. Factores estructurales como las infraestructuras destruidas, los sistemas sanitarios debilitados y las barreras legales para acceder a los servicios agravan estos problemas.
El artículo también subraya que los marcos globales actuales abordan inadecuadamente las necesidades sanitarias de los desplazados internos. Mientras que la Convención sobre el Estatuto de los Refugiados de 1951 esboza responsabilidades claras para la protección de los refugiados, a menudo se pasa por alto a los desplazados internos, a pesar de tener derechos legales formales en virtud de las leyes nacionales y de directrices internacionales como los Principios Rectores de los Desplazamientos Internos de la ONU. Instituciones como la Organización Mundial de la Salud (OMS) y los sistemas humanitarios más amplios todavía tienen que desarrollar estrategias específicas o asignar recursos suficientes para abordar estas disparidades.
Las iniciativas recientes ofrecen un rayo de esperanza. En 2022, el Secretario General de la ONU, António Guterres, lanzó la Agenda de Acción de la ONU sobre Desplazamiento Interno, y la Red de Salud y Desplazamiento Interno (HIDN) ha empezado a promover investigaciones e intervenciones adaptadas a los desplazados internos. Sin embargo, los autores instan a que se tomen más medidas, como una mejor integración de las necesidades sanitarias de los desplazados internos en los planes nacionales de cobertura sanitaria universal, una mayor financiación de los donantes internacionales y esfuerzos de recopilación de datos dirigidos por la comunidad para mejorar la prestación de servicios.
El artículo reclama un enfoque holístico que combine las intervenciones sanitarias con esfuerzos humanitarios más amplios para abordar los problemas de agua, saneamiento y medios de subsistencia. Sin una acción decisiva, las desigualdades sanitarias a las que se enfrentan los desplazados internos seguirán alimentando muertes evitables y costes sociales más amplios.
Para obtener información más detallada, puedes leer el artículo completo en Nature.