La pandemia de COVID-19 ha puesto de manifiesto la cruda realidad de las grandes y crecientes desigualdades existentes en todo el mundo en el acceso a la atención sanitaria y a los productos sanitarios: por cada 100 personas en los países de renta alta se han administrado 133 dosis de la vacuna COVID-19, mientras que en los países de renta baja sólo se han administrado 4 dosis por cada 100 personas.
Sin embargo, hasta la fecha, el mundo sigue con el mismo paradigma económico que no cambia la estructura financiera subyacente y aplica un pensamiento anticuado sobre el desarrollo económico, que se interpone en el camino de la Salud para Todos.