Myanmar se independizó del dominio británico en 1948.
Entonces se llamaba Birmania; en 1989 cambió su nombre por el de Myanmar.
Myanmar ha conocido lo que a menudo se denomina la guerra civil más larga del mundo desde su independencia.
Indicadores de mala salud en la actualidad
En consecuencia, Myanmar tiene algunos de los peores indicadores sanitarios del mundo.
El proceso de democratización iniciado en 2012 dio nuevos rumbos a las políticas sociales y sanitarias e inauguró un rápido crecimiento y una esperanza renovada.
En 2020, la CHE total fue del 4,62% del PIB[1].
La CHE per cápita aumentó de forma constante de 4 US$ en 2000 a 37 US$ en 2013 y a 72 US$ en 2020[2].
Servicios esenciales para el futuro
En 2017, el Plan Nacional de Salud (PNS) 2017-2021 del país, el primero de tres PNS, estableció la visión de alcanzar cierto grado de cobertura sanitaria universal.
Este PNS y los posteriores forman parte integrante del Plan de Desarrollo Sostenible de Myanmar (MSDP) 2018-2030.
El MSDP tiene una visión más amplia a largo plazo de un país pacífico y próspero inspirado en los Objetivos de Desarrollo Sostenible.
El PNS 2017-2021 proporciona la base política para el despliegue progresivo de un “Paquete Básico Esencial de Servicios Sanitarios”, decidiendo una dirección estratégica explícitamente favorable a los pobres.
Viejos retos y crisis actuales
Todavía no se ha establecido un mecanismo eficaz de protección social sanitaria integral a nivel nacional.
Las últimas Cuentas Nacionales de Salud (2016-2018)[3] mostraron que el gasto de bolsillo seguía siendo el más elevado de la región, con un 76% del CHE.
El sector informal es amplio: el 83% de la mano de obra total en 2017[4] – y la cobertura del Sistema de Seguridad Social es baja: sólo cubre al 2,5% de la población total[5].
Las cotizaciones a la Seguridad Social se situaron en el 0,58% del CHE en 2018[3].
Los marcos institucionales y normativos siguen fragmentados.
Los centros sanitarios públicos sufren escasez de insumos, como suministros limitados de medicamentos y personal sanitario en las zonas rurales.
Tras los acontecimientos políticos de 2021, Myanmar se enfrenta a una crisis humanitaria multidimensional, con necesidades residuales que persisten de años anteriores y nuevas necesidades derivadas de la dinámica de seguridad y conflicto.
El aumento de los precios, la grave inflación, las limitaciones a la circulación -incluida la de suministros médicos-, los conflictos armados y la violencia han llevado a la mayoría de la población a estrategias de supervivencia de crisis o emergencia, con importantes repercusiones negativas en la seguridad personal y la salud.
Naciones Unidas calcula que casi la mitad de la población de Myanmar estará viviendo en la pobreza en 2023.
La ayuda exterior sigue siendo fundamental para este país frágil y afectado por el conflicto.
References