El Observatorio Europeo de Sistemas y Políticas de Salud publicó un breve análisis político que documentaba el aumento de los gastos del seguro voluntario de enfermedad y el correspondiente aumento del uso de servicios pagados por fondos voluntarios de salud en Hungría:
La Ley XCVI de 1993 sobre Mutualidades Sanitarias Voluntarias creó el marco jurídico húngaro para los regímenes de seguros complementarios. Sin embargo, en 2003, el gobierno suprimió el elemento de mancomunación de riesgos del sistema. En la actualidad, el sistema funciona como un régimen puro de cuentas de ahorro médico (MSA) (véase el apartado 3.5 del HiT húngaro de 2011).
A finales del segundo trimestre de 2023, Hungría contaba con 16 fondos de salud voluntarios, que cubrían a casi 2 millones de residentes, lo que supone un aumento de 33.000 afiliados respecto a finales del año pasado. Cada vez más personas pagan de su bolsillo los servicios sanitarios privados debido a las dificultades para acceder a la asistencia pública (por ejemplo, las largas listas de espera). Quienes cotizan a través de un fondo sanitario tienen derecho a una devolución fiscal del 20% de su pago, con un máximo de 150.000 HUF (395 euros) al año.
Según datos recientes del Banco Nacional de Hungría (MNB), los servicios voluntarios del fondo de salud aumentaron un 26% en el primer semestre de 2023 en comparación con el mismo periodo de 2022, con un total de 38.860 millones de HUF (unos 102 millones de euros). En particular, los gastos para complementar o sustituir los servicios sanitarios de la seguridad social (por ejemplo, médico privado, diagnósticos, etc.) aumentaron un 34%, constituyendo ahora el 40% de todos los gastos del fondo sanitario, frente al 19% de hace una década. Los gastos farmacéuticos aumentaron un 23%, hasta 15.000 millones de HUF (unos 40 millones de euros), mientras que los gastos en ayudas médicas aumentaron un 23%, hasta 5.500 millones de HUF (14,5 millones de euros).
El aumento de los gastos (y de los pagos) supone una importante barrera de acceso para la población. Una encuesta realizada por el Fondo Premium de Salud, con más de 10.000 participantes, investigó cómo experimentaron los miembros del fondo los cambios económicos negativos del año pasado. Los resultados revelaron que, si bien el 45% no había sufrido ningún cambio en su situación económica, el 40% había experimentado un deterioro de su nivel de vida. A pesar de los intentos de ahorro, el 33% tuvo que aumentar los gastos sanitarios familiares. Los participantes recortaron el gasto en complementos alimenticios (37%), médicos privados (34%) y alimentación sana (29%). Dos tercios de los encuestados declararon tener necesidades insatisfechas debido a las dificultades económicas. Aunque la mayoría de la gente pospuso tratamientos dentales (32%), también faltó a citas médicas privadas, procedimientos diagnósticos y fisioterapia.
Según la encuesta, la mayoría de los encuestados recurre a la asistencia médica privada. Aunque a algunos les parece cada vez más cara, lo que les lleva a preferir la sanidad pública, son más los que se ven obligados a recurrir a médicos privados debido al acceso limitado a la asistencia financiada por el Estado.
Los datos de la encuesta indican un cambio negativo en la percepción que tienen los pacientes de la accesibilidad de la sanidad pública. Mientras tanto, la continua disminución de su poder adquisitivo limita su capacidad para acceder a una atención adecuada a través de proveedores privados. Estos factores pueden perjudicar la salud a largo plazo y plantear retos prolongados al sistema sanitario.
Las referencias a este análisis pueden encontrarse aquí.