Este informe ofrece un análisis exhaustivo de la economía política del Malawi contemporáneo. El país personifica la primacía de la política patrimonial -incluida la corrupción endémica-, con una poderosa presidencia al frente y un poder legislativo débil, aunque con un poder judicial en gran medida independiente. Los partidos políticos, apenas distinguibles en cuanto a políticas e ideología, están dominados por fuertes personalidades cuya procedencia regional y étnica influye en las preferencias de los votantes. El clientelismo político, caracterizado por la toma de decisiones informal, prevalece sobre la formulación y aplicación de políticas económicas sólidas, a pesar de los supuestos esfuerzos por reformar y construir instituciones basadas en principios weberianos jurídico-racionales. Esto impide la transformación a largo plazo de la maltrecha economía agraria vulnerable al cambio climático. El informe repasa las características más destacadas de sectores sociales como la educación y la sanidad, y subraya la carga que suponen las altas tasas de crecimiento demográfico para los recursos y los servicios sociales. Se han observado mejoras en los derechos civiles y políticos, pero menos en los derechos económicos y sociales, debido en gran parte a que la mitad de la población vive en la pobreza. Aparte de las divisiones sociales y electorales, Malaui no presenta conflictos internos graves. Sigue sin resolverse una disputa con Tanzania por la parte norte del lago Malaui.