A medida que el sector sanitario se convierte en un importante contribuyente a las emisiones mundiales de gases de efecto invernadero, la economía de la salud ofrece una vía hacia una asistencia sanitaria sostenible y resistente al cambio climático.
Mediante estrategias basadas en pruebas, el sector puede reducir su huella medioambiental manteniendo una asistencia de alta calidad.
La intersección de la sanidad y el impacto medioambiental está ganando atención a medida que el sector se enfrenta a su papel sustancial en el cambio climático.
Si se considerara un país, la sanidad mundial ocuparía el quinto lugar entre los mayores emisores de gases de efecto invernadero, debido principalmente al consumo de energía, el transporte y el ciclo de vida de los productos médicos.
Por ejemplo, sólo el Servicio Nacional de Salud del Reino Unido (NHS) es responsable de aproximadamente el 4% de las emisiones totales del país, y los productos farmacéuticos contribuyen significativamente a su huella de carbono.
Abordar este problema exige una revisión sistémica de cómo se presta la asistencia sanitaria, centrándose en la sostenibilidad sin comprometer la calidad.
La economía de la salud se perfila como una disciplina crucial en esta transformación, ofreciendo herramientas para optimizar la asignación de recursos, evaluar la rentabilidad y garantizar un acceso equitativo a la asistencia.
Al identificar las ineficiencias y promover medidas preventivas, la economía de la salud puede reducir el impacto medioambiental del sector y mejorar los resultados para los pacientes.
El reciente lanzamiento de la Iniciativa Change por la Oficina de Economía de la Salud (OHE) ejemplifica este planteamiento.
Esta colaboración mundial pretende aplicar conocimientos económicos para desarrollar soluciones basadas en pruebas que mitiguen la huella medioambiental de la asistencia sanitaria.
Las estrategias clave incluyen dar prioridad a la atención preventiva para reducir la necesidad de tratamientos que consumen muchos recursos e incentivar las prácticas sanitarias ecológicas mediante recompensas económicas y métricas basadas en el rendimiento y vinculadas a los resultados medioambientales.
A medida que el sector sanitario se enfrenta a las crecientes presiones del cambio climático y las limitaciones presupuestarias, resulta esencial integrar la economía de la salud en la elaboración de políticas.
Este enfoque no sólo apoya la salud inmediata de las poblaciones, sino que también salvaguarda a las generaciones futuras en un mundo que se calienta.