Las bebidas cargadas de azúcar están relacionadas con la obesidad y otras enfermedades crónicas. Muchos países han aplicado impuestos sobre el azúcar en los refrescos, pero la OMS afirma que los niveles son demasiado bajos para marcar una diferencia significativa.
El artículo de The Guardian titulado “The cost of dealing with disease is growing all the time”: por qué los expertos creen que los impuestos sobre el azúcar deberían ser mucho más altos explora la eficacia de los impuestos sobre el azúcar para mejorar la salud pública. El consumo de bebidas azucaradas se ha relacionado con la obesidad y otras enfermedades crónicas. Aunque muchos países han aplicado impuestos sobre el azúcar a los refrescos, la Organización Mundial de la Salud (OMS) sostiene que estos impuestos son demasiado bajos para tener un impacto sustancial.
Sudáfrica se menciona como ejemplo de país que ha implantado un impuesto sobre el azúcar. El impuesto va dirigido a las bebidas azucaradas y ha dado lugar a una disminución significativa de las compras de bebidas azucaradas, especialmente entre los hogares con bajos ingresos. Sin embargo, la propuesta inicial de un impuesto del 20% se rebajó al 11% debido a la presión de la industria alimentaria.
Los expertos en salud pública han propuesto ampliar los impuestos sobre el azúcar para abarcar una gama más amplia de alimentos poco saludables. Los impuestos sobre las bebidas azucaradas podrían generar importantes ingresos para los gobiernos. Estos ingresos podrían utilizarse para financiar iniciativas de salud pública. Sin embargo, la industria alimentaria ha presionado en contra de los impuestos sobre el azúcar, lo que dificulta su aplicación por parte de los gobiernos.
Los países latinoamericanos han estado a la vanguardia de la aplicación de impuestos de amplio alcance a los alimentos poco saludables, no sólo a los ricos en azúcar. Aunque los impuestos sobre los alimentos son una herramienta valiosa, no son la panacea contra la obesidad y las enfermedades crónicas. Se necesitan medidas adicionales, como restricciones a la publicidad de alimentos poco saludables y hacer que los alimentos sanos sean más asequibles para las familias con rentas bajas. El artículo también reclama un etiquetado más claro de los ingredientes, en particular de los edulcorantes artificiales, debido a la creciente preocupación por su impacto en la salud.